Desde la frontera hasta Tulcán, la ciudad más cercana, hay poco más de 6 kilómetros en un colectivo que cuesta unos 75 céntimos de dólar. Para llegar allí hay que tomar un colectivo en Ipiales que te cobra unos 1200 pesos colombianos. El único bus que encuentro directo hasta allí pasando por Ibagüe, Popayán y Pasto es de la empresa Expreso Bolivariano que me cobra 82.000 pesos colombianos. Menos mal que nuestros hermanos mexicanos se las pelean con los gringos ganando la partida en hospitalidad germinada al calor del tequila, las rancheras y narcocorridos frenéticos. Al menos hago este ejercicio narrativo para disfrutar de vuestra compañía virtual y haceros soñar conmigo. Ipiales. El viaje resultó menos duro y pesado de los esperado aunque nuestro conductor se afanó en ponernos los testículos de corbata conduciendo como un loco por puertos de montaña y haciendo adelantamientos suicidas en curvas de visibilidad nula.
El resto del viaje se extiende por Centroamérica y América del Sur camino de mi destino final: Ushuaia, la ciudad más austral del planeta tierra. Manoseando el tópico que dice eso de «más vale una imagen que mil palabras», el videoclip que sigue a estas líneas reúne algunos -no todos- de los instantes capturados con la cámara de fotos en el deambular solitario por esta ruta panamericana que atraviesa Norteamérica y que será inolvidable el resto de días de mi vida. Bogotá ha resultado ser una capital para volver a visitar con más días en la agenda. El cansancio y la falta de aire se acrecentó al llegar al hotel Huasi Continental de la capital ecuatoriana con un dolor de cabeza descomunal. Donde el aire es limpio aún bajo la suave luz de las estrellas. El cantante español Nino Bravo se refiere en el tema «América, América» a este vasto continente como el lugar «donde brilla el tibio sol con un nuevo fulgor dorando las arenas.
Villalpando llegará en principio con contrato de un año para tomar el lugar que dejó Rubens Sambueza. A diferencia de los excelentes autobuses que he encontrado en Colombia, los vehículos de viajeros ecuatorianos son un poco más destartalados pero mucho más baratos. Tonalli, Tonatiuh y Dania me abren las puertas a la ciudad fronteriza con mayor tránsito de vehículos y personas de América. Su ubicación será en el barrio de Benicalap, concretamente junto a la moderna avenida de las Cortes Valencianas. Inevitablemente, como en todo el viaje, hay que estar preparado para ser abordado en la terminal de buses por los comerciales de las compañías de autobuses. El primer tercio de este viaje que llevaba planeando toda la vida, embarcándome sin apenas maletas con intención de llevar mi corazón por los senderos del sentir, me hizo atravesar las gélidas tierras de Alaska, conocida como la última frontera de América, hasta el inicio de mi ruta en Deadhorse, junto a la bahía de Prudhoe.
Mi viaje a través de Colombia se ha reducido a unas cuantas ciudades importantes (Barranquilla, Cartagena, Medellín y Bogotá). El puesto fronterizo entre Colombia y Ecuador está situado en la microlocalidad fronteriza de Rumichaca. Quito (Pichincha), ECUADOR. Km. Otavalo es un punto de encuentro en los Andes, a 110 kilómetros al norte de Quito y a 2530 metros de altura sobre el nivel del mar. Próximo destino: Quito (Ecuador). Mi primer destino en Ecuador era el pueblecito andino de Otavalo, famoso por su mercado semanal de artesanías, telas y ponchos. Desde pequeña ya era muy creativa: «Cogía del monte una piedra con forma de tortuga y luego le pintaba los ojos». Tuve que contener al comprador impulsivo que llevo dentro aunque finalmente cayeron en la mochila un par de chompas -jerseys-, una camiseta, unos calcetines y una bufanda. La vida no deja de ser un camino lleno de ramificaciones y sendas por las que caminar.
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