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Tanto Bilbao F.C. como Athletic Club, los clubs con mayor rango en Vizcaya, son llamados al evento y, aunque inicialmente aceptan de buen grado el ofrecimiento madridista por la posibilidad de enfrentarse a los barcelonistas, finalmente a un par de días de concluir el plazo de la inscripción renuncian a lo convenido abriéndose un considerable e inesperada brecha. Para todos. Para forofos y seguidores del fútbol, de este club, de sus grandes jugadores, coleccionistas. Si iniciados los años noventa el rugby fue el primer deporte favorito de este colectivo, una vez constituido el club cambiaron las preferencias y poco a poco el fútbol empezó a adquirir clara ventaja entre los asociados, camisetas de futbol perdiendo los trabajadores naturales de Bilbao y de los municipios adyacentes situados a ambos márgenes de la Ría el inicial temor a patear y correr tras una pelota. Desaparecido el Club Atleta todo parecía indicar que el fútbol organizado acabaría tomando el sendero de la hibernación hasta que alguien, con nuevos ímpetus, lo rescatase del olvido pero, afortunadamente para los bilbaínos, quiso el destino que este periodo no fuese excesivamente largo y en pleno 1896 un grupo de amigos liderados por un hacendado muchacho que correspondía al nombre de Carlos de Castellanos y Jacquet, quienes solían veranear en sus aposentos junto al Abra de la getxotarra localidad de Las Arenas, no tardaron en conectar con un grupo de británicos que solían pasar sus ratos de ocio en el Hotel Antolín, junto al puente colgante que conecta ambas márgenes de la Ría, resultando de su amistad la idea de jugar juntos de vez en cuando en los arenales donde hoy se levanta el Paseo de Zugazarte y, en ocasiones, también en los aledaños de la ermita de Santa Ana.

Con una plantilla aproximada a los cuatro mil empleados de los cuales doscientos eran británicos, parte de estos ciudadanos oriundos de Southampton, Portsmouth y Sunderland preferentemente, pronto se dispusieron a jugar en sus ratos de ocio de las tardes del sábado al rugby en las campas del barrio de Santutxu, situado en Begoña, pero también en el novísimo Hipódromo de Lamiako, estrenado el 18 de septiembre de 1887, constituyendo en un momento indeterminado del año 1891 coincidente con el pleno fervor constructivo de la empresa, el Club Atleta de los Astilleros del Nervión, identificado por los bilbaínos como el Club Atleta y por los británicos como Athletic Club, una sociedad presidida por Henry Jones Bird quien, acompañado por W.H. La igualdad de fuerzas, rota en el tercer encuentro del 16 de diciembre por 1-0 a favor de los blancos, sería vengada en el cuarto del 19 de enero de 1902 con victoria para los athléticos, coincidiéndose en el mismo mes con el surgimiento de dos nuevas sociedades: de un lado el Deusto Foot-ball Club, nacido al albergue de la Universidad con estudiantes en todas sus líneas y, a continuación, The Union Foot-ball Club, entidad que viste camisa rojiblanca a rayas con pantalón blanco donde se verifica una gran presencia de británicos en sus filas y en menor medida de vizcaínos que en el futuro se convertirá en cantera de grandes futbolistas quienes pasarán a formar parte del Athletic Club.

En 1908 Alberto Zarraoa accede a la presidencia del Athletic Club, sociedad que pasa por horas bajas al igual que sucede con The Union F.C., ambos superados por la aparente consistencia del Club Bizkaya, entidad que en el mes de abril declina acudir al VI campeonato de España muy dolido por la actuación del Madrid F.C. Meses después, en febrero de 1901 tras una serie de reuniones efectuadas en el Café García y siguiendo el ejemplo de su antecesor, será una comitiva del Athletic Club quien se encargue de redactar unos Estatutos celebrando el 5 de abril la asamblea de constitución definitiva de la sociedad, que serán aprobados el 11 de junio resultando así mismo elegida la primera junta directiva oficial con Luis Márquez como presidente, Francisco Iñiguez como vicepresidente y Juan Astorquia en el puesto de capitán, Estatutos que serán definitivamente aprobados por el Gobernador Civil el 5 de septiembre. Decano con mejor organización y clarividencia a la hora de cumplir con la Ley será quien primero regularice su situación publicitándose ante el ayuntamiento local en un momento indeterminado del verano de 1900 cuando constituyan su primera junta directiva contando con Carlos Castellanos ratificado como presidente, José Zulueta como secretario y Ramón Aras de Jáuregui en el puesto de tesorero.

Puesto en marcha el Concurso, los bilbaínos del Team Vizcaya superan en su primer encuentro al barcelonés Club Español de Foot-ball por 5-1, humillan al madrileño New F.C. El 7 de septiembre de 1909 nace la Sociedad de Foot-ball al cambiar de nombre el Ciclista F.C. Descubierto el fútbol y atrapado por su magia, en una de sus idas y venidas al Reino Unido, Castellanos tuvo la oportunidad de conocer de primera mano el fútbol profesional que triunfaba en las islas quedando tan prendado que, a través de la correspondencia que mantenía con su hermano Manuel y amistades entre las que se encontraban Luis Arana, Enrique González de Careaga, José Arana, Santiago Martínez de las Rivas, Luis Orbe, Rogelio Renovales y Ramón de Aras Jáuregui entre otros, recomendó a todos la conveniencia de constituirse en club, un gran paso que sería refrendado en el chalet del industrial José Luis de Villabaso tomando como nombre el de Bilbao Foot-ball Club, sociedad en la que él era su primer presidente viéndose acompañado de experimentados británicos como: Cockram, Davies, MacLennan, Dyer, Batwell y Langford. Castellanos, de quien se dice fue el primer español en traer un balón y unas botas de fútbol a la península, tomó el mando del nuevo centro deportivo funcionando con toda regularidad pese a prescindir de requisitos legales como publicitar su existencia en el Gobierno Civil, omisión que sería subsanada años después y que no le impediría ser reconocido durante mucho tiempo como el primer club de fútbol constituido en España ante el desconocimiento general acerca de la existencia de otras sociedades previas en el sur de las que apenas se tenían referencias y a las que, si se las conocía, se consideraban como “no españolas” al estar integradas mayoritariamente por británicos como el Huelva Recreation Club y el Sevilla Foot-ball Club.